DON FERNANDO GÓMEZ GARCÍA, GRAN MAESTRO DE LA VIDA


Mi querido amigo Sergio Hodaz Caño me escribió lo siguiente acerca de mi padre:

"Estimado Fernando.
Aquí te cuento algo que podrás contarle a tus hijos, acerca del carácter campechano y bondadoso de tu señor padre y muy buen amigo mío Fernando Gómez García, que Dios le dé Paz eterna en su Santa Gloria.
Habíamos quedado tú y yo una tarde para tomarnos una cerveza (o algo por el estilo), cerca de tu casa. Recordarás que el punto de encuentro solía ser, para evitar esperas embarazosas en la calle en caso de retraso, tu casa. Pues bien. Llegué, llamé por el interfono, y se puso tu padre:
- Hola buenas tardes. Soy Sergio. ¿Está Fernando?
- Hola Sergio. Me alegra mucho oírte. ¿Cómo estás?
- Muy bien, gracias. ¿Y usted, cómo se encuentra?
- ¿Yo? Estoy muy bien. Mira. Ahora baja Fernando.
- Vale, muchas gracias.
Espero un momento, veo que se enciende la luz del portal, oigo el ascensor subir, pararse, y bajar, y al momento veo salir del portal a mi buen amigo Fernando hijo, y a su señor padre, don Fernando. Después de los saludos y abrazos tan característicos entre nosotros, toma la palabra Fernando padre y dice dirigiéndose a mí:
- Pues nada. Como has llamado y has preguntado por Fernando, y como yo no sabía a qué Fernando te referías, pues he pensado que también iría por mí, y he bajado para unirme a vosotros.
- ¡Hombre! ¡Pues claro! -exclamé yo-. ¡Vámonos los tres a tomarnos algo!
- ¡Pues vamos! -dijo Fernando padre, y puso a la cuadrilla en marcha.
Fernando hijo y este relator tienen una multitud de temas de conversación, a cual más diverso. Durante todo el rato, Fernando padre, que fue el centro de la tertulia, se puso exactamente al mismo nivel que su hijo y el amigo de su hijo, participando de nuestros temas, riéndose, contando anécdotas de cuando era joven. Recuerdo especialmente con qué cariño, y con qué gracia contó un viaje que realizó tiempo atrás con unos compañeros de estudios, a la espléndida cuidad de Estambul. También escuchaba, contaba anécdotas que empezaban por una situación muy seria, pero que, en un tristrás, podía provocar un torrente de carcajadas en su hijo y en mí.
Y es que en esta ocasión, como en otras muchas anteriores, Fernando padre combinó magistralmente los temas más serios con las más incontroladas explosiones de humor, haciendo así gala de su verdadera personalidad, y del mensaje que nos legó a todos durante su paso por este mundo terrenal: hay que estar en su sitio, hay que ser serio, pero sólo a ratos. Hay que saber ir a los demás, y saber ponerse a su nivel. También hay que saber reírse, hay que saber sacar lo positivo de las trabas que nos pone la vida, hay que saber aprender de la vida con espíritu abierto y con humor, y hay que pensar en legar ese bagaje ligero pero imponente a las generaciones venideras. Fernando hijo y este su amigo lo comprendimos divinamente.
En síntesis: saber vivir con sencillez, saber disfrutar de las pequeñas cosas, como una agradable tertulia con su hijo y el amigo de éste, saber hacer disfrutar a su entorno de una de las mejores compañías imaginables.
Fernandito y Francisquito, cuando seáis grandes, tendréis en vuestro abuelo, al que sólo conoceréis en fotos y por los relatos de vuestro padre, a un gran modelo a seguir, a un gran maestro en el arte de combinar grandeza interior y sencillez, seriedad y humor, distracción y enseñanza, contrariedad impuesta y alegría, grandes inquietudes intelectuales y disfrute de las pequeñas cosas.
Un gran besazo a mis dos "sobrinitos", un cariñoso saludo a su madre, y un fuerte abrazo a mi gran amigo Fernando."

EN CADA MOMENTO

En cada momento, en cada lugar, en cada situación... siempre llega hasta mí el recuerdo de mi padre. Él ha sido, sin duda alguna, la persona que más ha influído en mi forma de ser y de actuar... sobre todo en mi parte más racional. Siempre tenía un buen consejo que dar, siempre tenía una buena historia que contar. En este blog, quiero, poquito a poco, ir reflejando todas esas enseñanzas que me transmitió, todas esas anécdotas que no quiero que caigan en el olvido; quizás, algún día, mis hijos las lean y, entonces, la voz de mi padre volverá a resonar, fuerte, amable y sincera.

MI PADRE

FERNANDO GÓMEZ GARCÍA
Velefique (Almería) 18-1-1938 / Granada 4-7-2000